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El batacazo que me pegué anteayer fue de los que hacen historia. Todavía no me creo que esté entero.
Vivo en una casa de dos plantas, las cuales se comunican con una escalera de caracol. El último tramo, bajando, es recto, y no hay pasamanos por la derecha, porque los escalones van adosados al eje de la escalera, menos en ese tramo final. La escalera está en un jardín de interior con el suelo cubierto de piedras de río. Exacto. Ahí fui a parar, derechito y sin escalas. Resbalé, y todavía no sé cómo fue la secuencia. Sólo recuerdo que me dio tiempo a encoger los brazos y pensar "de esta no salgo".
Por suerte la caída fue limpia. Haber entrenado caídas de todas clases en la academia de la poli también ayudó. Hace muchos años, pero el que tuvo, retuvo. Aún así, pasaron varios minutos hasta que pude reaccionar y levantarme, porque me quedé completamente aturdido. Reaccioné cuando vi delante de mí a mi hija de un año y siete meses, mi sobrina de tres, y mi suegra, diciéndome con insistencia ¡que me mojase la cabeza! Claro, la pobre acudió al oir el estruendo que formé, como las niñas, y me vio frotándome el coco con la mano, pero yo todavía estaba tratando de averiguar si me había roto algo, porque me parecía imposible estar ileso.
El día siguiente por la mañana casi no me podía levantar, tenía el hombro molido, pero hoy ya estoy completamente recuperado. Aún no me lo creo. Eso con casi cuarenta tacos, y luego, a los veintiuno, voy y me rompo la rodilla por cuatro sitios de la forma más idiota. Pero no lo voy a contar, que ya os habréis reído bastante por hoy.
Vivo en una casa de dos plantas, las cuales se comunican con una escalera de caracol. El último tramo, bajando, es recto, y no hay pasamanos por la derecha, porque los escalones van adosados al eje de la escalera, menos en ese tramo final. La escalera está en un jardín de interior con el suelo cubierto de piedras de río. Exacto. Ahí fui a parar, derechito y sin escalas. Resbalé, y todavía no sé cómo fue la secuencia. Sólo recuerdo que me dio tiempo a encoger los brazos y pensar "de esta no salgo".
Por suerte la caída fue limpia. Haber entrenado caídas de todas clases en la academia de la poli también ayudó. Hace muchos años, pero el que tuvo, retuvo. Aún así, pasaron varios minutos hasta que pude reaccionar y levantarme, porque me quedé completamente aturdido. Reaccioné cuando vi delante de mí a mi hija de un año y siete meses, mi sobrina de tres, y mi suegra, diciéndome con insistencia ¡que me mojase la cabeza! Claro, la pobre acudió al oir el estruendo que formé, como las niñas, y me vio frotándome el coco con la mano, pero yo todavía estaba tratando de averiguar si me había roto algo, porque me parecía imposible estar ileso.
El día siguiente por la mañana casi no me podía levantar, tenía el hombro molido, pero hoy ya estoy completamente recuperado. Aún no me lo creo. Eso con casi cuarenta tacos, y luego, a los veintiuno, voy y me rompo la rodilla por cuatro sitios de la forma más idiota. Pero no lo voy a contar, que ya os habréis reído bastante por hoy.