sábado, 21 de julio de 2007

De paternidad

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan pletórico como ayer por la tarde. Mi hija Marina había estado un día y pico sin verme, por culpa de los horarios de trabajo, y cuando llegó a casa con su madre y me vio parecía que hacía meses que habíamos estado separados. No se puede explicar lo que fue capaz de transmitir una pequeñaja de seis meses, lo que consiguió hacerme sentir. Yo por lo menos no soy capaz de explicar con palabras la alegría con la que me recibió.
Ese momento fue suficiente para que compense el esfuerzo de toda una vida. Ayer volví a covencerme de que no hay experiencia que se pueda comparar a la de ser padre.