viernes, 29 de febrero de 2008

Ocio, asistentas, bichos.

Sigo disfrutando de mis vacaciones. Después de unos días de tener que apechugar en el cuidado de la casa y de la niña (no mucho, la verdad), y ya con empleadas nuevas, retomo mis ocupaciones. Estoy exprimiendo el contenido de mi disco duro multimedia de 500 Gb -bendita compra, música, pelis y fotos en un aparatejo que ocupa lo que un libro-, internet cuando Joe no tiene ocupado el portátil para trabajar, lectura -voy por la décima novela de misterio-, piscina. Muy duro todo, la verdad, pero siempre fui muy sufrido.

Esta vez las empleadas han venido por agencia. Es todo mucho más limpio. Más impersonal, es cierto, pero con muchas más ventajas, que ya se sabe que la confianza da asco, y eso de que una amiga te recomiende a una familiar que bla, bla, bla, ha quedado demostrado que no funciona. Están a prueba, y si no quedamos satisfechos tenemos derecho a devolución. Como otro producto cualquiera. De momento la niñera me gusta mucho, además trabaja muy bien (sí, es un doble sentido, no le déis más vueltas).

De vez en cuando me doy de bruces con la realidad de donde me encuentro. El otro día mi cuñado oyó un ruido debajo del capó del coche. Será un gato, pensé. Abrió el capó y lo que vimos fue ¡un camaleón! Lo hemos adoptado y ya son dos las mascotas que tenemos, junto con un pollito que le regalaron a mi hija. Cuenta la tradición nordestina que estos bichos tienen alguna extraña facultad que ayuda a los bebés a decir sus primeras palabras. Una superstición como otra cualquiera, pero casualidad o no, ayer la niña dijo su primer "papá" claro como el agua.

sábado, 23 de febrero de 2008

Adaptándome

Ayer mismo estrenamos la conexión a internet en casa. Es increíble lo mal que funcionan aquí los servicios en general, yo que pensaba que en España es difícil dar con alguien formal. No voy a entrar en detalles, pero sólo diré que tenemos la conexión porque mi cuñado vio casualmente a un técnico trabajando por la urbanización, y gracias a una propina para una cerveza, en cuestión de un par de horas ya teníamos el ADSL en marcha, que si hubiésemos tenido que esperar por la vía ordinaria, quizá ya habría otro sistema de comunicación, qué se yo, sideral o algo así.

El caso es que poco a poco vamos poniendo las cosas en orden, menos mal que los servicios particulares funcionan infinitamente mejor, para la suerte de Joelma y su puesta en marcha de la empresa -muebles de oficina, márketing, infraestructura tecnológica, etc.-.

El servicio está fatal. Ayer se despidieron las dos empleadas que teníamos internas (antes de que las despidiésemos nosotros). Eran dos porque mis suegros y cuñados con sus tres hijos se han venido a nuestra casa, que por suerte es muy grande, para ahorrar. Dividimos los gastos y salimos todos ganando. Se despidieron porque al parecer se les exigía demasiado, según ellas, cuando desde un principio se les dijo que ellas mandaban en lo relativo al mantenimiento de la casa y la cocina, siempre que se organizaran, atendiendo al mismo tiempo a las peques de la casa, mi hija y su prima, que tiene dos años. Pues les supo mal que les dijéramos que en uno de los baños había telarañas detrás del retrete. Y encima se ponen a la defensiva, arguyendo excusas que no hay quien las sostenga. Peor para ellas, que saben cómo se las gastan en general por aquí los patrones, ellas que eran dos más de la casa, que tenían absoluta libertad para hacer y deshacer. Y lo dejo que no vale la pena.

Fui a inscribirme como contribuyente y obtener un provisional de lo que se considera la biblia de los documentos, más que el carnet de identidad o documento análogo de extranjero: el sagrado CPF -Cadastro de Pessoa Física-, con el que uno puede contratar, abrir cuentas en bancos, incluso comprar una tarjeta prepago para el móvil - lo cual es mejor que en España, donde no hay ningún tipo de control sobre las tarjetas prepago, de momento, que me consta que eso va a cambiar-, y gestionar el resto de documentos que necesito. Joelma estaba empeñada en acompañarme, pero quise hacerlo solo, por una cuestión de orgullo, ya que ella me decía que iba a tener dificultades por el idioma y por encontrar el sitio y demás, pero aparte de pasarme de parada de autobús una vez, todo fue rodado. Cuando llegué a casa y recité de memoria mi número de CPF, nadie se lo creía.

Próximamente más aventuras y desventuras. De momento sólo añadir que lo que más estoy echando en falta aparte de los míos, es la tortilla de patatas y un buen potaje de garbanzos, a pesar del calor que estamos pasando.