Sin duda albergo en mi forma de ser una colección casi completa de defectos, pero desde luego me tengo por una persona bastante tranquila, me cuesta perder la compostura. Sin embargo hay algo que me puede, me enerva, me exalta, me ... Me callo por si me lee algún menor.
Pongámonos en situación: 23:50 horas. Estás con tu mujer viendo una peli, volumen de la tele acorde con las circunstancias: vivimos en comunidad, la niña -por fin- se ha dormido -un ratito, no nos hacemos ilusiones-; la peli es un tostón, lo que añadido al trote de todo el día, y a veces toda la noche anterior, te somete a un estado casi catatónico, con tortícolis y cuello de la camisa babeado incluido.
Bien. Hasta aquí todo normal. Pero de repente... ¡anuncios! Chorrocientos decibelios de golpe y sin vaselina. Lo mismo da "tu otro banco y cada día el de más gente", "la vida es móvil, móvil es ...", "¿te gusta conducir?", que te va a sonar como si te estuvieran gritando a dos dedos de la oreja. Por no hablar de la puñetera fanfarria de la cadena en cuestión que da el pistoletazo de salida al dichoso bloque comercial, que parece que ha irrumpido de golpe en el salón de casa la orquesta sinfónica. Jesús, que sobresaltos.
Una vez, en petit comité, propuse la creación del Frente de Liberación de los Papás Nöeles Escaladores (la prueba aquí). Ahora tengo en mente reunir firmas para de una vez por todas implantar la obligatoriedad inexcusable a las cadenas de televisión de mantener el volumen de la emisión durante los bloques comerciales.
Plataforma de Usuarios de Televisión Estresados por Aumento de Decibelios Obsesivos. Por ejemplo. Hombre ya, que la niña duerme.