miércoles, 22 de noviembre de 2006

La jungla de asfalto

Cuando nos metemos en el coche, nos transformamos. Dicen los expertos en temas de sociología que el habitáculo del vehículo te aísla, te hace sentir más protegido, y eso deriva en que te comportes de una forma que sería impensable fuera del coche. No quiero imaginarme si tuviéramos las mismas reacciones siendo "sólo" un peatón. Tú detrás de un par de viejecitas ocupando el ancho de la acera, y pegándoles un grito a menos de dos metros: ¡Pero te quieres quitar! ¡Joder con la vieja! O si por descuido te das un golpe con alguien que camina en sentido contrario: ¡A ver si miras por donde vas! ¡Es que dejan salir a la calle a cualquiera! Pero no, claro, eso lo haces dentro del coche, desde la seguridad de tu atalaya.



Es que dentro del coche afloran muchos instintos primarios, nos sale ese animal que, se ve, todos llevamos dentro. Que es que ves a todos los demás vehículos como enemigos, que te da la impresión de que cualquiera de ellos te la va a jugar en cualquier momento.



Por eso hoy me he emocionado. He vivido en mis carnes un gesto más o menos habitual en la jungla de asfalto, pero que no deja de impresionarme. Iba a aparcar en zona azul, esperando que saliera un coche de su sitio, y va el conductor, se baja, viene hacia mí, y dándome el ticket de la ORA que había utilizado, me dice: "Todavía le queda media hora".



Y es que no cuesta nada ser un poco solidario. Pero con los tiempos que corren, pues eso, que todavía te sorprendes (gratamente). Que hace ya doce horas de eso, y cuando me acuerdo, aún se me humedecen los ojos.

1 comentario:

Patri dijo...

Ya está. Me acabo de leer de un tirón tu blog, y sin gafas, pero tan buena lectura merece que mis ojos se esfuercen un poquito. Me ha encantado todo, pero sobre todo, me ha gustado descubrirte. Ya tienes una nueva fan, o incordio, según se mire, porque ahora no te podrás librar de mis comentarios. ^_^

Besotesss