Que se me va la olla. Decía que ahora me está tocando una racha buena. Parecía imposible, visto lo visto, pero ha llegado. Después de estar al borde de una depresión, a punto de romper con mi pareja por discusiones siempre relacionadas con lo mismo, con los nervios a flor de piel, más hundido cada día y más endeudado cada mes, ahora empiezo a ver la luz al final del túnel. Espero que no sea el tren, que viene de frente.
Para ser justo, reconozco que no todo ha sido tan malo. Después de todo, mi relación se ha fortalecido más después de cada crisis, y en el terreno laboral me he formado en varias especialidades que me están permitiendo crecer profesionalmente, aparte de que Joelma firmó no hace mucho un contrato indefinido en su trabajo, donde se encuentra muy a gusto. Menos da una piedra.
La noticia de la llegada de una hija en mayo del año pasado, si bien me llenó de alegría e ilusión, desde luego no se produjo en el mejor de los momentos. El descubierto de la cuenta corriente era cada vez mayor y, haciendo vida casi de ermitaños, no tenía ni idea de cómo íbamos a salir adelante.
Pero parece que en este caso sí que ha venido con un pan debajo del brazo. De hecho parece que tiene enchufe en la panadería. De la noche a la mañana, la suerte juega en mi equipo. Se ha pasado una buena temporada calentando banquillo, pero al final ha saltado al campo.
Hace unos días, en cuestión de veinte minutos, recibí dos noticias que esperaba como agua de mayo desde hacía tiempo. Me emplazaban en dos notarías distintas para cerrar sendas transaciones, el mismo día con una hora de diferencia. En una mañana saneé mi cuenta corriente al liquidar bienes comunes con mi ex y vendimos el piso donde vivo ahora. Ya habíamos entregado la reserva -fundiendo los saldos de las tarjetas- para un piso en construcción, y teníamos que buscar algo temporal de alquiler, y encontramos de casualidad una ganga en una de las mejores zonas de Palma, un ático en una finca moderna con vista parcial al mar -por cierto, estoy de mudanza, y van... -. Por otra parte fui a saldar cuentas con el administrador de fincas, y me dicen que han devuelto las cuotas extras que hemos pagado los propietarios todo el año para rehabilitación de la fachada, por morosidad de varios vecinos, con lo que tengo saldo a mi favor.
En fin, que por lo menos este año, hasta que formalicemos una nueva hipoteca, vamos a respirar un poco, que ya nos tocaba. Que luego serán treinta y cinco o cuarenta años casado con el banco, y volverán las estrecheces, pero este año, que me quiten lo bailao.
6 comentarios:
Yo tampoco sé cuál es la buena, si la cal o la arena o_-
Después de una mala racha siempre viene una buena, te lo digo por experiencia, al igual que si en un matrimonio hay amor las crisis no hacen más que fortalecerlo (también por experiencia... ¡¡tiene que ser la edad!!)
Me alegro enormemente y de corazón que empieces a ver luz. Eso sí, si no es mucho pedir mándame un poco de la luz pa'cá, a ver si llega la racha buena por estos lares. ¬_¬
Besotes a los tres
PD>¿ya duerme a sus horas?
Y ademas añade al saco de las cosas buenas que esta vez vas a dejar de fumar...DEFINITIVAMENTE!!!!!!!!!!!!
Patri:
Perdona la tardanza en responder, pero he estado mu liao con la mudanza.
Luz. Te prometo que moralmente te enviaré toda la que necesites. Tate al tanto, que algo llegará.
Dormir. Buf. Poco a poco, pero vamos haciendo avances.
Un besote fuettote. Hasta ya.
Sí, Dr. Esta es la "refinitiva".
Me alegro muchisimo jose antonio...
haber si cunde el ejemplo y las suertes vienen a visitarnos a los demas....k buena falta nos hace...
un besooo.
Gracias, fire.
La suerte va por barrios, pero tarde o temprano, siempre nos visita, no tengas duda.
Un besote muy cariñoso.
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